¿Qué permanece cuando termina la celebración? Esta pregunta impulsa Arqueoloxía da festa, una instalación multimodal que se adentra en los sedimentos acústicos de un campo de fiesta abandonado en Portomouro, en el Val do Dubra (A Coruña). Creada por la artista sonora Matilde Meireles y el antropólogo Iñigo Sánchez-Fuarros, esta obra transforma el sonido en una herramienta arqueológica capaz de desenterrar las capas invisibles de un lugar donde alguna vez resonó la música y hoy conviven múltiples temporalidades.
Un año escuchando el paisaje
Durante doce meses, el equipo se sumergió en Portomouro como quien excava un yacimiento, pero armado con micrófonos en lugar de palas. La metodología combinó técnicas científicas con sensibilidad artística y, sobre todo, con la participación de quienes mejor conocen el lugar: sus vecinas y vecinos.
Las herramientas fueron tan diversas como los sonidos que buscaban capturar. Micrófonos de contacto presionados contra el hormigón en ruinas registraron las vibraciones estructurales del abandono. Geófonos enterrados en el suelo revelaron movimientos subsuperficiales invisibles al ojo humano. Hidrófonos sumergidos en el río Tambre documentaron cómo la vida acuática reclama los canales alterados por manos humanas. Antenas VLF y sensores electromagnéticos captaron señales imperceptibles, mientras que un detector de murciélagos sonificó los movimientos nocturnos de estos animales. El escaneo LiDAR mapeo la geometría tridimensional de la decadencia, y cámaras multispectrales y drones documentaron la transformación constante del espacio.
Pero quizá lo más importante fueron las voces. Las historias orales compartidas por los vecinos de Portomouro se convirtieron en el hilo conductor que da sentido a todos los demás materiales. Ellos construyeron ese campo de fiesta, bailaron en él, lo vieron languidecer. Sus memorias son el alma de esta arqueología.
La memoria viva de una comunidad
A diferencia de la arqueología tradicional que busca objetos del pasado, este proyecto reconoce que la memoria está viva en las personas. Los testimonios de las vecinas y vecinos no son complementos ilustrativos, sino la columna vertebral de la investigación. Ellos cuentan cómo se levantó el palco, qué orquestas tocaron allí, cuándo empezó el silencio. Sus relatos dialogan en la instalación con los artefactos recuperados del lugar—viejas botellas de refrescos y cerveza, fragmentos de tela y plástico que funcionan como huellas materiales de celebraciones pasadas.
Esta aproximación etnográfica permitió documentar no solo la vida del campo de fiesta en su apogeo, sino también las narrativas sobre su abandono y transformación. Las voces locales se entrelazan con los sonidos del viento en las estructuras metálicas oxidadas, con el canto de los pájaros que ahora habitan los techos derrumbados, con el rumor del agua que remodela los límites entre lo construido y lo natural.
Una instalación que se escucha con todo el cuerpo
La instalación presentada en el Museo Centro Gaiás de la Ciudad de la Cultura de Galicia invita a los visitantes a experimentar Portomouro a través de múltiples sentidos simultáneamente. Al entrar, un bucle de vídeo generado mediante escaneo LiDAR revela lentamente la estructura del lugar a través de pulsos láser, como si la tecnología fuera un pincel que dibuja la geometría de la ruina.
El audio envolvente de cuatro canales sumerge a los visitantes en las temporalidades polifónicas del espacio. Los sonidos se mueven entre lo reconocible—canto de pájaros, rumor de coches, agua corriente—y texturas más abstractas que revelan capas ocultas de realidad. Los patrones de interferencia electromagnética se convierten en frases rítmicas, el viento en el metal forma un zumbido suave en evolución, las vibraciones del hormigón cuentan su propia historia de descomposición.
Un vídeo documental muestra la notable agencia de las fuerzas no humanas: cómo la vegetación suaviza rápidamente los bordes arquitectónicos, cómo los hongos establecen relaciones complejas con los materiales humanos, cómo las inundaciones estacionales redibujan constantemente los límites del espacio.
La escucha como forma de conocimiento
Arqueoloxía da festa propone que cada paisaje mantiene múltiples temporalidades de forma simultánea: la geológica, la humana, la ecológica. El abandono no es ausencia sino transformación activa. Los techos derrumbados crean nuevas cámaras resonantes. La vegetación introduce materiales acústicos frescos. Las colonias de pájaros depositan sedimento sónico a través de sus llamadas, convirtiéndose en parte de la identidad cambiante del lugar.
Este proyecto demuestra cómo la investigación artística puede integrar metodologías científicas rigurosas con la participación comunitaria para generar nuevo conocimiento sobre patrimonio cultural y transformación territorial. La colaboración con los vecinos de Portomouro fue esencial para contextualizar históricamente el espacio, comprender su significado social y documentar memorias que no quedan registradas en archivos oficiales.
En una era de cambio ambiental y social acelerado, esta arqueología sónica ofrece metodologías que trabajan a través de la acumulación paciente más que de la revelación inmediata. Aprender a escuchar estos ritmos estratificados podría ofrecer nuevas formas de entender nuestras relaciones con el lugar, la memoria y el mundo más-que-humano que continuamente remodela los espacios que buscamos controlar.
Creadores: Matilde Meireles (artista sonora e investigadora) e Iñigo Sánchez-Fuarros (antropólogo, INCIPIT-CSIC)
Contexto: Proyecto desarrollado en el marco de las Residencias Incipit de creación etnográfica y multimodal, promovidas por XEITO | Laboratorio de creación etnográfica (INCIPIT-CSIC),y el proyecto PALCOS, con el apoyo de la Xunta de Galicia y el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.
Fechas de exhibición: 22 de octubre al 23 de noviembre de 2025, Museo Centro Gaiás, Ciudad de la Cultura de Galicia, Santiago de Compostela.